Psiconutrición
By c2092427 / octubre 25, 2024 / No hay comentarios / Salud
El poder del lenguaje para moldear nuestras percepciones y comportamientos está bien documentado.
Al emplear términos más neutrales o positivos, la industria alimentaria pretende hacer que el
consumo de venenos sea más apetecible para la población en general. Las palabras y las letras son
símbolos imbuidos de significados o percepciones metafísicas dentro de nuestra mente, que evocan
asociaciones positivas o negativas. La industria alimentaria suele utilizar términos y símbolos
asociados con la energía positiva para crear una percepción falsa de sus productos, desviando la
atención de los consumidores de la realidad de lo que realmente están consumiendo.
la fruta entera provocaría que el producto caducará en unos pocos días. Si el producto contiene fruta
real, probablemente esté lleno de conservantes para extender su vida útil y evitar que se eche a perder.
A pesar de la necesidad de incluir conservantes e ingredientes añadidos para la estabilidad en
almacenamiento, esto no necesariamente hace que el producto sea saludable. Estos aditivos pueden
alterar el microbioma intestinal, que desempeña un papel crucial en la salud general. Al intestino se le
suele denominar el «segundo cerebro» debido a su influencia en diversas funciones y procesos
corporales. Por lo tanto, si bien el producto puede parecer saludable en la superficie, se debe considerar
su impacto en la salud intestinal.
Los términos han sido CREADOS para ocultar la verdadera naturaleza de lo que consumimos. En lugar de
utilizar descriptores directos, utilizamos palabras más suaves: nos referimos a la carne como «carne», a la leche rancia como «queso», al trasero de un cerdo como «jamón» y a un embrión en desarrollo como
«huevo». La intención detrás de esta elección lingüística es mitigar los posibles efectos psicológicos
negativos asociados con el consumo de estos productos. La creencia es que menos personas se inclinaría a consumir un producto llamado «carne de vaca» o «feto de pollo» si se empleará la terminología verdadera, ya que aprovecha un reconocimiento innato de que tales elecciones pueden ser éticamente problemáticas.

Los ingredientes suelen estar ocultos en los envases o impresos en fuentes pequeñas, lo que dificulta su lectura. Además, el área donde se enumeran los ingredientes puede parecer compacta y visualmente poco atractiva, lo que disuade a los consumidores de examinar la lista de ingredientes.
Este diseño intencional tiene como objetivo desviar la atención de lo que los consumidores realmente consumen. Las grandes empresas emplean estas tácticas para maximizar las ventas y los beneficios.
Este producto presenta de manera destacada la frase «sistema inmunológico» en negrita para crear la impresión de que es beneficioso para la salud. Además, el envase utiliza el color verde, a menudo asociado con la naturaleza, la salud, la curación y el bienestar. Además, se muestra una
imagen de una fruta, lo que sugiere que es saludable, a pesar de que es probable que el producto contenga sabores artificiales para imitar el sabor de la fruta en lugar de contener la fruta entera. Esto es necesario porque incluir
la fruta entera provocaría que el producto caducará en unos pocos días. Si el producto contiene fruta
real, probablemente esté lleno de conservantes para extender su vida útil y evitar que se eche a perder.
A pesar de la necesidad de incluir conservantes e ingredientes añadidos para la estabilidad en
almacenamiento, esto no necesariamente hace que el producto sea saludable. Estos aditivos pueden
alterar el microbioma intestinal, que desempeña un papel crucial en la salud general. Al intestino se le
suele denominar el «segundo cerebro» debido a su influencia en diversas funciones y procesos corporales.
Por lo tanto, si bien el producto puede parecer saludable en la superficie, se debe considerar su impacto en la salud intestinal.

Los cereales para niños suelen utilizar envases coloridos para atraer a los niños a sus productos. Los
humanos poseemos visión tricromática, lo que significa que nuestros ojos y cerebros están programados para buscar y responder a los colores. Los niños, en particular, son muy sensibles a los colores, razón por la cual las empresas eligen envases vibrantes y coloridos para atraerlos. Esta estrategia aprovecha la inclinación natural de los niños a sentirse atraídos por imágenes brillantes y llamativas.
Las empresas suelen dirigirse a los niños a una edad temprana con alimentos azucarados y artificiales, con el objetivo de cultivar adicciones tempranas. Esta exposición temprana puede conducir a una dependencia de por vida de alimentos no saludables si no se aborda. Estos hábitos establecidos en la niñez pueden persistir hasta la edad adulta, lo que podría tener consecuencias para la salud a largo plazo si no se manejan adecuadamente.
Se considera que la mente subconsciente de los niños es particularmente receptiva a la programación entre las edades de 1 a 7 años. Durante este período crítico de desarrollo, los niños son muy impresionables y absorben información de su entorno, experiencias e interacciones con los demás. Este período es crucial para moldear creencias, actitudes y comportamientos que pueden persistir hasta la edad adulta. Por lo tanto, es esencial proporcionar hábitos saludables y entornos enriquecedores durante estos años de formación para apoyar un desarrollo saludable y resultados positivos en el futuro.



















