Cuando pensamos en el despertar espiritual, es común imaginar a personas iluminadas en estados perpetuos de éxtasis y dicha, fusionadas con lo divino. Y es que las descripciones que encontramos investigando por internet normalmente suelen centrarse en los aspectos positivos y las experiencias místicas para atraer a aquellas personas que buscan una vida mejor. Se suelen describir esos momentos de éxtasis, uniones divinas y estados de conciencia expandidos que suenan increíbles y muy atractivos para aquellos que están interesados en este tema. Hoy vamos a hablar de todo esto para desvelar las más incómodas verdades sobre el despertar espiritual porque lo cierto es que normalmente nada es lo que parece y las cosas suelen ser bastante más distintas a cómo pueden parecer en un primer lugar.

La mayoría de las personas describen el despertar como un camino hacia la iluminación, la felicidad eterna y las experiencias místicas asombrosas, y no podemos negar que estas experiencias místicas y estados de éxtasis son reales, existen y además son valiosos para muchas personas. Pero lo cierto es que enfocarse únicamente en estas experiencias positivas es un enfoque muy limitado de lo que viene siendo el despertar espiritual. El despertar auténtico es un proceso complejo que va más allá de experimentar emociones positivas y estados místicos. De hecho, lo que de verdad implica es una transformación profunda en la forma en la que percibimos la realidad, en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Y no hay duda de que este proceso puede ser maravilloso, sí, pero los que lo han recorrido saben también que muchas veces suele ser un proceso más bien desafiante y doloroso. Solo los que se adentran profundamente en el camino del despertar espiritual acaban descubriendo que
este despertar es precisamente un proceso que implica enfrentar nuestras ilusiones y percepciones arraigadas y que, en última instancia, es un camino que emprendemos hacia la más sincera verdad, incluso si esa verdad significa no sentirse bien todo el tiempo. El verdadero despertar espiritual no se trata de buscar emociones positivas o estados expandidos de manera constante. Realmente esas experiencias sí que forman parte del camino, pero son solamente la superficie de un proceso mucho más profundo. Es como si le damos la punta del iceberg; es la pura consecuencia del verdadero trabajo que hacemos a nivel interno durante todo este camino espiritual.
Durante este camino, realizamos el duro e incómodo trabajo de despojarnos de nuestras creencias y de
nuestras ilusiones más arraigadas. De hecho, una de las ilusiones más comunes que debemos abordar en este camino y que solemos llevar muy adherida a nosotros mismos es la creencia de la separación. Porque durante gran parte de nuestras vidas, nos percibimos a nosotros mismos como individuos aislados, separados del mundo y separados de los demás. Y esta sensación de separación muchas veces es la raíz de bastantes de nuestros problemas y sufrimientos, ya que nos lleva a competir, a compararnos y a sentirnos aislados. En definitiva, aferrarnos a nuestro ego. Y es durante este proceso de despertar que empezamos a desmantelar esta ilusión de separación y comenzamos a comprender que somos una parte integral del tejido propio de la existencia.

Y lo cierto es que estas comprensiones tan profundas pueden llegar a ser muy desafiantes, ya que chocan
directamente con muchas de nuestras creencias arraigadas y patrones de pensamiento. Pueden hacernos
sentir muy incómodos, vulnerables y, en algunos casos, incluso confrontados con una sensación abrumadora de pérdida de identidad. Recorrer el camino del despertar espiritual es una búsqueda sincera de la verdad, incluso si eso significa no sentirse bien todo el tiempo. Y esta es una perspectiva fundamental que a menudo se pasa por alto en la búsqueda de experiencias espirituales positivas
y felices. La verdad normalmente implica de manera precisa mirar de cerca nuestras imperfecciones, nuestras heridas emocionales y nuestras limitaciones. Y esto puede requerir que enfrentemos momentos de dolor, de tristeza o de confusión, que, como vemos, es diametralmente opuesto a esa supuesta búsqueda de felicidad constante que se suele vender a través de este concepto del despertar espiritual.
Pero es que es importante entender esto, entender que el camino del despertar espiritual no es una huida de la realidad o un intento de sentirse bien todo el tiempo. Es, en cambio, un viaje hacia la comprensión completa de quienes somos y cómo funciona el mundo que nos rodea. Y eso significa abrazar la verdad en todas sus formas, incluso cuando estás incómoda. Por otro lado, el despertar espiritual no tiene nada que ver con una experiencia mística, como muchos piensan, sino más bien se trata de un cambio profundo en la propia percepción de la realidad y la identidad personal.
Este es una comprensión crucial para aquellos que buscan el verdadero despertar, ya que a menudo se
confunde este concepto de despertar espiritual con el poder experimentar experiencias místicas
espectaculares. Cuando tú le hablas a alguien de despertar espiritual, muchas veces imaginan a individuos
inmersos en estados de éxtasis perpetuo, imaginando visiones divinas o con todo lo trascendental. Y estas representaciones no capturan la naturaleza verdadera del despertar, porque este camino no se trata de adquirir experiencias extraordinarias, sino más bien trata de ver la realidad cotidiana con una claridad renovada. Implica adquirir una nueva visión y darse cuenta de que nuestra percepción previa a este momento estaba bastante sesgada por ilusiones y por percepciones limitadas. El despertar es una transformación en la propia identidad personal. Comenzamos a ver nuestra identidad no como
un ego separado y aislado, sino como una expresión temporal de la conciencia universal. Y esto conlleva a que, desde esta identidad más amplia, experimentemos el propio mundo de una manera muy distinta.
Pero aquí surge otra lucha, porque cuando comenzamos a despertar espiritualmente y a cuestionar nuestras creencias arraigadas, nuestro propio ego a menudo se resiste con fuerza. Es normal que el ego quiera aferrarse a las viejas identidades y patrones de comportamiento, por el simple hecho de
que le proporcionan una sensación de seguridad y familiaridad. La disolución del ego implica un cambio
radical en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos. Y aunque esta resistencia es una parte natural del proceso de despertar, también hay que ser consciente de que la lucha interna entre el deseo de despertar a una nueva realidad y la resistencia de nuestro propio ego es algo que inevitablemente surgirá a lo largo del camino.
En definitiva, normalmente existe una idea muy sesgada y errónea de lo que significa el camino del despertar espiritual, y lo cierto es que poco tiene que ver normalmente con esa idea que tenemos de que el camino espiritual son solamente experiencias de felicidad constante o éxtasis profundo. Y los que lo han recorrido o lo están recorriendo ahora mismo lo podrán corroborar; sabrán que esto es más bien un viaje de transformación en el que se atraviesan momentos muy difíciles y en el que surgen muchas dudas y muchas preguntas existenciales.
Recuerda que estés atravesando un momento de desafío o uno de éxtasis, todos y cada uno de estos momentos son importantes y contribuyen a este continuo aprendizaje que es la vida en sí misma. Aprendamos a vivirnos de la manera más consciente y profunda en cada momento presente. Reconozcamos que todas nuestras experiencias son una parte esencial de nuestro viaje.
Abracemos nuestras emociones y percepciones para conectar con nuestra verdadera autenticidad, y sobre todo, conectemos con esa riqueza de sabiduría interior y conexión con la propia existencia que reside sin duda dentro de cada uno de nosotros.


















